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Resiliencia: el arte de vivir con dolor físico sin perder la esperanza

  • Foto del escritor: Pamela Letona
    Pamela Letona
  • 31 ago
  • 1 Min. de lectura

Hay días en que el cuerpo pesa como piedra. El dolor parece ocupar cada rincón, desde la piel hasta los huesos, como si quisiera robarse la vida entera. Y, sin embargo, aquí estoy. Y aquí estamos muchos: levantándonos cada mañana, respirando hondo, y eligiendo continuar a pesar de lo invisible que cargamos.


Vivir con dolor físico no es una elección. Pero sí lo es la manera en que decidimos enfrentarlo. Ahí entra la resiliencia: esa fuerza silenciosa que nos ayuda a no rompernos, a seguir de pie incluso cuando parece que ya no hay fuerzas.


En el camino he descubierto pequeños faros que me ayudan a atravesar la marea del dolor:


  • El arte y la creatividad: pintar, escribir, esculpir… darle voz al dolor para que se convierta en algo nuevo.

  • La fe y la espiritualidad: cuando la ciencia se detiene, la esperanza sigue.

  • El movimiento suave: ejercicios adaptados que no buscan forzar el cuerpo, sino recordarle que todavía puede moverse con ternura.

  • La palabra: hablar, escribir, compartir con otros que entienden. Porque el dolor compartido pesa un poco menos.

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